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viernes, 6 de mayo de 2011

dos nuevos cuentos

Una de Jacaranda:

En el fondo de mi casa hay un Jacaranda muy raro.-
Por las noches llora como el sauce, y de día (en especial los feriados) ni un solo pajarito se le anima.-
Casualmente, ayer de tarde un zorzal pasó por sobre sus pies y de pronto: Zas!!!!  El canturreo se convirtió en soprano (y la verdad que los de Verdi eran excelentes).-
No puedo negar que por un momento me invadió la envidia.-
Lo cierto es que después, le fue muy dificultoso el despegue, y hasta tuvo que peregrinar por chapas, candeleros, ladrillos, bicicletas y portones.-
Noté un verano que la muy malvada, me niega de sombras.- Si, así como me escuchan.-
Era una tarde de calor penetrante y caprichoso, en que me disponía a la sombra del Jacaranda, con una reposera a comer mi banana brasilera.-
Lo cierto es que la muy tosca, me hacia mudar minuto a minuto.- Me recostaba y levantaba los pies, un “ahh…” y al instante, me abrazaba febo.-
Me cacho en dié! - grité
Ahora mira a otro lado la consentida, parece que disfruta que hable de ella.-
Si sigue así, le planto unas hiladuelas de carolas, a ver que dice…

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Te juro que no la voy a mirar:
Cuando me disponía a volver a casa, me jure no volver a ver a mirarla nunca mas: te juro.-
Ni bien llego a la puerta de entrada, observo desde la ventana, su figura; pero no voy a mirarla.-
Abro la puerta, y desde la mirilla de mis ojos, siento que está ahí, pero no la miro; te juro que no lo voy a hacer.-
Camino directamente hacia la cocina, tapando con una mano, mi horizonte izquierdo, para no verla mas.-
Ya en la cocina, me sirvo un vaso de agua, y entorno muy sutilmente mi cintura, y creo que esta ahí, pero no la voy a mirar.-
Con pasos vigorosos campeo muy brevemente hacia la escalera que me lleva hacia mi habitación, porque no quiero mirarla.-
Ya de noche y recostado en la cama, trato de escuchar si aun sigue ahí, pero no voy a ir a verla; parece que aun está.-
A la mañana siguiente, presurosamente me baño y visto para irme a trabajar, y bajo a toda velocidad para no mirarla.-
De un portazo, deje la casa detrás y no la mire.-
Y así pasan los días y llegada a la semana decidí (con mucha zozobra), arrojarla al cesto de basura (todo esto sin mirarla).-
Salgo de la casa y la coloco en el basurero que tengo frente a la casa.-
Al día siguiente, me percato, de que la bolsita seguía ahí… era algo muy extraño, pero mas extraño fue la mañana en que salí a esperar al camión colector de basura y ver que los operarios, alzaban todas las bolsas, menos la mía. ¡Ni la miraban!.-

Estos dos textos, están especialmente dedicados a mi amigo, Cristian. 
Apóstol Autodidacta e Impoluto.




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