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jueves, 22 de septiembre de 2011

Un argentino a la espera del remate en el pais mas genocida

Víctor Saldaño, el único argentino condenado a pena de muerte


Sufre el síndrome del animal enjaulado en un zoológico: camina de un lado a otro hasta caer agotado en su pequeña celda. Viste uniforme blanco y no tiene ningún privilegio. Nadie los tiene en el llamado “corredor de la muerte”, el lugar que generó escalofríos en Dick y Perry, los asesinos que retrató Truman Capote en A sangre fría. El cordobés Víctor Saldaño, de 39 años, es el único argentino condenado a muerte por un crimen que cometió hace 15 años. Pasa sus días en la cárcel de máxima seguridad Polunsky, 120 kilómetros al norte de Houston, Texas, a la espera de que la Corte Suprema de Texas conmute la sentencia.

“Hace tres meses pude verlo después de mucho tiempo. Está muy desmejorado. Me dolió no poder abrazarlo porque nos separaba un vidrio. Antes quería que lo mataran, pero ahora cambió de opinión porque me vio a mí y eso le dio una esperanza”, dijo a Crimen y Razón Lidia Guerrero, la madre de Saldaño.

Su hijo está preso por haber matado de cinco balazos al vendedor de computadoras Paul Ray King, de 46 años. El crimen ocurrió el 25 de noviembre de 1995 en el estacionamiento de un supermercado en Plano, un suburbio de Dallas. El cordobés actuó con un cómplice (el mexicano Jorge Chávez) y el botín sólo incluyó 50 dólares y un reloj de plástico. Cuando fue detenido, Saldaño confesó todo a la Policía.

En 1996, un jurado de Texas lo condenó a la pena de muerte. El fallo se basó en el dictamen discriminatorio de un perito psiquiátrico, quien dijo que Saldaño era proclive a reincidir porque así lo demostraban las estadísticas entre los presos latinos. Por ese acto racista, la Corte Suprema Federal estadounidense anuló el fallo y ordenó un nuevo juicio. Por eso, en 2004 Saldaño fue condenado a pena de muerte otra vez.

En 2010, el gobierno de Barack Obama aceptó el pedido cursado por Héctor Timerman (actual Canciller) cuando era embajador en los Estados Unidos: el reclamo logró que la condena se suspendiera mientras se analizaba otra vez el caso. Los argumentos de la defensa de Saldaño es que los 15 años que lleva en el corredor de la muerte equivalen a varias penas de muerte.

“Quiero que me maten”, había pedido el cordobés hace unos años. Pero no se hizo lugar a su petición. El asesino Gary Gilmore, retratado magistralmente por Norman Mailer en La canción del verdugo, también había pedido que lo mataran, pero su madre y sus abogados lucharon para evitar la pena de muerte. Al final, se cumplió el deseo del convicto.

“En el primer caso se lo condenó por latino y en el segundo su abogado argumentó que se había condenado a un enfermo mental. Mi hijo sufrió un gran deterioro por tantos años de encierro. Rezo por su vida. Me conformo con que le den perpetua. Todo vale en comparación con la inyección letal”, dijo Lidia Guerrero. “Te amo y por vos quiero vivir”, le dijo su hijo cuando fue a visitarlo a prisión. “Ahora me manda cartas y me pregunta por lo que está pasando en la Argentina. Allá, cada tanto, le dan para leer la revista People. Tiene momentos de lucidez, pero a veces desvaría. Ni puede bañarse porque apenas entra en el cubículo y en su celda tiene la luz prendida todo el día”.

Hasta ahora, 31 países abolieron la pena de muerte en los últimos diez años, pero Arabia Saudita, China, los Estados Unidos, Irán y Yemen figuran entre los que realizan más ejecuciones, según el informe de Amnistía Internacional difundido el 28 de marzo. En 2010 hubo 527 ejecuciones.

En los Estados Unidos se impusieron al menos 110 penas de muerte en 2010, un 70 por ciento menos que a mediados de la década de 1990. Y en marzo de 2011 Illinois se convirtió en el 16 º estado en abolir la pena capital. Saldaño espera no estar en la lista negra de ejecutados.




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