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viernes, 10 de septiembre de 2010

Iusticia


He aprendido a mirar donde la voz poderosa me guíe.
La balanza se inclina únicamente tras la ley de la gravedad, cuanto mas pesado, mas desequilibrio logra.
Controlo lo que es y lo que será. Lo que debería ser nunca está en los planes de mi espada.
He conseguido saciar la avaricia de los hombres que manejan el mundo y ocultar debajo de la alfombra (o bien en interminables archivos) las miserias de las maquinaciones astutas de esos que todo lo tienen. Ya no importan los medios, sólo el fin. Llegar a la cúspide a través de mi.
Soy aquella Magdalena que jamás se arrepintió(ni se arrepentirá); mis proxenetas son buenos patrones y mantienen mi nombre e imagen reluciente, encerrada en grandes palacios, representada por magistrados intachables que juegan de títeres con el afán de encontrarme y no encontrarse ellos, luego, en la calle.
He aprendido el oficio más antiguo de la Tierra, y me he perfeccionado en mi arte a través del tiempo. Mi cuerpo se lo entrego a aquel que demuestre que mi nombre permanecerá intacto, aunque nunca salvo del comentario del vulgo.
Sé que mi accionar vale cada billete, y que me buscan, no precisamente por ser la más bella sino por ser la que sabe exactamente que cuando alguien me quiere le daré lo que necesita, obviamente que siempre me entrego completa al mejor postor.
Aprendí a humanizarme, a hacerme carne y saber que cada hombre tiene un valor. El protocolo lo llevo por siempre y para siempre para la mirada pseudo atenta de la opinión pública, siempre con la venda en los ojos, la balanza equilibrada y la espada exigiendo respeto, pero a la hora de la rutina quedo despojada de toda vestidura y soy la más puta de todas las putas.
Soy la profesional de la entrega por la buena paga, mi nombre es Iusticia, y hoy, corrompida como me encuentro, tengo la palabra...

1 comentario:

Miguel Angel dijo...

Es algo que se necesita para justicia como en paquetes de avion que resulta en cosas uenas