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martes, 14 de diciembre de 2010

La isla de Gildo


Por Sergio Carreras l Enviado Especial a Formosa
 
Gildo está en todas partes. Si usted llega a Formosa, no intente escapar de él: será en vano. Su nombre aparece en las libretas de salud de cada estudiante y se imprime sobre las cajas con comida que envía el Gobierno nacional para las familias más pobres de la Argentina. También tiene su nombre, Gildo, cada envase de medicamentos que se reparte en los centros provinciales de salud, cada ambulancia que corre por las avenidas detrás de una emergencia y cada obra pública que se construye en la provincia, convenientemente resaltado en un enorme cartel. Gildo no es Dios, pero es lo más parecido que se puede conseguir aquí en Formosa.

Con más del 70 por ciento de los votos, el 19 de octubre de 2003 Gildo Insfrán ganó por tercera vez consecutiva la gobernación. Manda desde 1995, sin oposición ni sucesores a la vista. Antes, desde 1987, fue dos veces seguidas vicegobernador, cargo al que llegó luego de haber sido diputado provincial a partir de 1983. Siempre con la aprobación de las urnas, suma 22 años ininterrumpidos de cargos estatales. Parecía algo imposible, pero superó el récord establecido por el cinco veces gobernador de San Luis, Adolfo Rodríguez Saá.

En el camino, una reforma constitucional vino a complacer los deseos de Gildo para que los cargos electivos sean de reelección indefinida. Tantos éxitos electorales le han dado a Gildo la suficiente confianza para ofrecer a Formosa como un ejemplo para otras provincias. Con un discurso que por momentos recuerda la arenga de un pastor evangelista, Gildo no se cansa de postular su “modelo formoseño” de desarrollo, y encomienda la tarea, nada menos, al “hombre nuevo formoseño”, que será bondadoso, trabajador y buen padre de familia, y que sus administraciones están ayudando a modelar.

La isla formoseña

Gildo supera con éxito una elección tras otra pese a que los hombres formoseños –nuevos y viejos– viven en la provincia que va colgada última en casi la totalidad de los indicadores económicos y sociales del país.

Formosa es, con el 71 por ciento, la provincia con mayor porcentaje de pobres, y la que más jóvenes sumidos en la pobreza tiene, ya que son la mitad de su población. Es el distrito donde se cobran los sueldos más bajos del país y donde se experimenta la peor situación sanitaria, con el 66 por ciento de la gente sin obra social alguna. Es además el que tiene más familias que viven en condiciones de hacinamiento. Más del 20 por ciento de las madres son adolescentes y existe una altísima tasa de mortalidad infantil (28,9 por mil) que representa la muerte de casi un niño por día. Su porcentaje de analfabetismo duplica el promedio nacional, sus estudiantes repiten entre un 30 y un 40 por ciento más que los chicos de las otras provincias y sólo 13 de cada 100 personas mayores de 15 años terminaron la secundaria. Con semejante panorama, no sorprende que el territorio que gobierna Insfrán sea también el que posee menos cantidad de líneas telefónicas y de sucursales bancarias. La consultora Fiel considera a Formosa el peor lugar para hacer negocios en Argentina.

De cada 100 pesos que gasta el gobierno de Gildo, 95 debe agradecerlos a la ayuda económica del Gobierno nacional. Durante 2004, Formosa fue una aspiradora de billetes ajenos: recibió 950 millones de pesos desde la Nación, de los cuales 664 millones correspondieron a la coparticipación federal. Según la Dirección de Rentas formoseña, la recaudación tributaria provincial del año pasado fue de sólo 40 millones. Esto significa que, en promedio, cada uno de los 500 mil formoseños aportó en impuestos provinciales apenas 80 pesos en todo el año. También significa que el “modelo de desarrollo” de Gildo consumió en 2004 más de mil millones de pesos y sólo recuperó 40 pequeños millones en tributos para el Estado.

Semejante ayuda económica que se vuelca sobre Formosa tiene su explicación política: Gildo fue el primero de los gobernadores en apoyar públicamente al entonces candidato presidencial Néstor Kirchner. Claro que antes Gildo había hecho lo mismo con Carlos Menem, de quien fue alumno distinguido. Y con el breve presidente Rodríguez Saá, a quien acompañó hasta los últimos minutos. Y también con el presidente Duhalde. Pero ya se sabe cómo son de inconstantes los romances políticos. Además, a Kirchner, como a los amantes modernos, no le importa el pasado de su nueva conquista y le dio una promesa de amor: 2.500 millones de pesos para inversión en obra pública de aquí hasta 2007, como parte de una “reparación histórica”.

Los tipos duros

Pero Gildo no corresponde a su aliado presidencial en todos los terrenos. Pese a la fuerte reivindicación que hace el Presidente de las víctimas del terrorismo de Estado, Formosa es la única provincia que tiene un día feriado para conmemorar la defensa que hizo el Ejército de un cuartel atacado por la agrupación Montoneros. Cada 5 de octubre se repite una entrega de medallas o plaquetas a ex militares, con discursos que bordean la reivindicación de métodos que poco tienen que ver con los nuevos aires nacionales.

Entre los hombres de Insfrán, además, también hay algunos que reciben cuestionamientos por su presunta vinculación con la represión dictatorial: la delegación formoseña de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, señala que el ministro de Justicia Lorenzo Borrini aparece en una nómina de personas acusadas de intervenir en casos de secuestros, apremios y homicidios. Hombre duro, Borrini ha admitido que los opositores provinciales son filmados por personal policial de civil, “por el bien de ellos”. Además, en ocasión de una salvaje incursión policial al barrio toba Nam Qom en agosto del año pasado, algunos interpretaron que justificó las torturas infligidas a ocho personas, cuando dijo que si hubo acciones de abuso policial “no habrán sido exageradas”.

Políticos opositores, gremialistas, sacerdotes y abogados que entrevistamos en la ciudad de Formosa coincidieron en denunciar que el Gobierno de Insfrán tiene montado un extendido aparato de inteligencia, que incluye intervenciones telefónicas masivas. Ya en 1996 le estalló un escándalo cuando se descubrió que estaban interceptadas las líneas del Obispado, de medios de comunicación y de referentes opositores. Luis Zapiola, abogado de comunidades aborígenes enfrentadas al Gobierno provincial, nos dijo que “Formosa sufre un sistema estalinista acompañado de negociados, en una situación institucional degradada”. El sacerdote de Las Lomitas Francisco Nazar, afirmó que “Formosa es una provincia cautiva que vive en el miedo y la indefensión jurídica, donde se violan los derechos humanos, se limita la libertad de expresión, hay abusos policiales, cobertura para los hijos del poder, y se vive con la sensación de estar siempre espiados”.

Mundo perfecto

La Justicia formoseña no investiga las denuncias que involucran a funcionarios, a hijos de reconocidos políticos o policías. Los rumores y versiones que corren por esta capital mencionan con insistencia a los hijos de un importante ministro de Insfrán como partícipes en delitos muy graves y como responsables del relevamiento del anterior jefe de Policía, quien habría querido intervenir en una pelea en la que ellos participaban. Formosa es, además, el único distrito donde no existe la figura de querellante particular, lo que facilita el cajoneo de las causas.

La prensa opositora es un exotismo. Los dos canales de TV son del Gobierno. Los tres diarios locales reproducen cada día los mismos textos, párrafo a párrafo, de las noticias que involucran al Gobierno y que, tal vez por una extraña coincidencia telepática, escriben y a veces hasta titulan igual. Insfrán ha querellado periodistas. Sus funcionarios y policías velan para que el silencio debido se cumpla. El corresponsal de TN y creador de una página digital de noticias, Juan Altamirano, fue agredido hace pocos días cuando quiso tomar unas imágenes del casino Worest, uno de pocos grandes negocios privados que funcionan en la provincia.

“Esto es una estancia, no una provincia”, dice Vicente Palacios, directivo del gremio de Salud, uno de los pocos con resto opositor. “Los gobernantes son ricos y el 90 por ciento de los empleados depende, directa o indirectamente, del Gobierno. Los formoseños vivimos cautivos en un gueto”.

De 300 mil votantes que tiene la provincia, concurren a las urnas el 70 por ciento. De los 210 mil que sufragan, 120 mil son beneficiarios directos de empleos públicos o de planes de ayuda. Al día siguiente de cada elección, Gildo sale victorioso y, con prédica de pastor, agradece a “la inteligencia” del formoseño. Los hombres nuevos prefieren siempre a los viejos conocidos.


Córdoba, Argentina, Domingo 30 de enero de 2005





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