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viernes, 19 de noviembre de 2010

La salud de Magnetto y la historia de Van der Kooy


Domingo 14 de noviembre de 2010
Por Eduardo Anguita
eanguita@miradasalsur.com


Los editorialistas de Clarín no se fijaron en gastos para intentar dañar a Néstor Kirchner. Tampoco lo hacen con la Presidenta, pese a lo reciente del fallecimiento de su marido. El sábado, Eduardo Van Der Kooy tituló su artículo como “Todo o nada” para explicar que ésa es la política de Cristina Fernández de Kirchner “para enfrentar el primer desafío de autoridad desde que quedó en soledad en el poder” (¿?). Con un cinismo sin disfraz, agrega: “Quizás el luto y las obligaciones de su agenda en el exterior no le hayan dejado tiempo para otra cosa”. Van der Kooy fue elegido joven brillante por el genocida Jorge Videla, y cuando el periodista Enrique Vázquez le hizo una larga entrevista en el programa Historia de una nota, el editorialista de Clarín eligió la entrevista que le hizo a Videla cuando lo acompañó en su viaje al Vaticano. En esa entrevista, Van der Kooy se arrogó haber sido el “primero” que escribió la palabra “desaparecido” en un diario. Pero tras un chequeo del archivo de esa época, surge que el término utilizado fue “derechos humanos”. El editorialista de Clarín tuvo un recuerdo de sí mismo mucho más generoso que la realidad.

El nexo con la dictadura. En estos días tomó estado público el papel jugado por Reynaldo Bandini como enlace entre Clarín y la dictadura. Mientras Van der Kooy hacía el trabajo “en blanco” y entrevistaba al responsable de los miles de desaparecidos, Bandini daba conferencias de “cómo terminar con la subversión” entre oficiales y jefes militares. Lo hacía en esa triple condición de periodista del diario, directivo del grupo y catedrático de la Escuela de Defensa. Algo que no se contó todavía es por qué cobró notoriedad en estos días, y no antes, el papel de Bandini. Resulta que Miguel Robles, hijo de un jefe policial asesinado por sus camaradas de Córdoba, buscó a Carlos Charlie Moore, un ex militante del ERP que, cuando fue detenido en 1975, en esa provincia se convirtió en un colaborador activo de las fuerzas represivas y que, tras haber hecho destrozos en la fuerza política de la que provenía, permaneció durante mucho tiempo realizando trabajo esclavo para el temible Departamento de Inteligencia (D2) de la policía cordobesa. Robles logró entrevistar a Moore y realizó una pequeña edición de un libro imprescindible llamado La búsqueda, que es una larga confesión de Moore. Algo que no publicó Robles, pero que le contó su entrevistado, es que le tocó desgrabar una conferencia reservada de Bandini llevada a cabo en el D2 y que tuvo como público a lo más granado de los policías y militares que se ocupaban del exterminio de opositores en Córdoba. Moore, más allá del juicio de valor que merezca quien entregó a militantes para que los mataran, guardó esa conferencia y muchos otros documentos que permiten comprender cada vez mejor la metodología criminal de la dictadura cívico militar.
 
Van Der Kooy, como otros de los que estaban en la redacción de Clarín, no puede desconocer cuánta sangre circulaba por esos años en los que él hacía propaganda de la peor. Este cronista le envió un correo electrónico a Osvaldo Bayer, quien estuvo en la redacción de Clarín desde principios de los sesenta y que conoció a buena parte del staff del diario. La respuesta de Bayer fue tan breve como precisa. “Querido Eduardo: Bandini era el consuetudinario alcahuete de la dirección, siempre estaba en esa esfera apenas pisaba la redacción. Él tenía muy buenos contactos con (Oscar) Camilión, que estaba de jefe de redacción ya en tiempos de Ernestina. Camilión luego fue embajador y ministro de la dictadura militar (en el segundo período, de Roberto Viola) y, fantasías argentinas, después fue ministro de Defensa (nada menos) de Carlos Menem. Una carrera completa. Bandini tenía contactos con los servicios y traía la información de esos sitios. A mí esa gente me echó en el ’73”.


El viaje de Magnetto. Esta semana, de un aumento inusitado del tono violento de Clarín, algunos pocos sabían dentro del Grupo qué pasaba con su CEO, Héctor Magnetto. Es sabido que la recuperación del cáncer de laringe le impide hablar con fluidez, pero no lo limitó hasta ahora para estar al frente de los negocios y las operaciones del Grupo. Sin embargo, en los últimos días, los chequeos médicos tuvieron resultados alarmantes. Con el objeto de intentar algún tratamiento médico, Magnetto viajó a los Estados Unidos. Primero, partió el encargado de las relaciones institucionales, Jorge Rendo, quien embarcó en un avión de la empresa Lan el martes 9. Al día siguiente, en un vuelo de American Airlines, partió Magnetto.
En el círculo más cerrado del poder de Clarín se tensa la cuerda cada vez que surge el tema de quién puede estar al frente del conjunto de operaciones del grupo. José Aranda es vicepresidente del grupo presidido por Ernestina Herrera de Noble y llegó al Grupo con Magnetto, tras haber compartido la carrera de Contador en la Universidad de La Plata. La relación entre Aranda y Magnetto es por lo menos distante y en estos días algunos comentaron la pretensión del vicepresidente de ocupar el lugar del CEO. Lo cierto es que el viernes tuvo una mala noticia. Hace tiempo que tomó estado público este megaproyecto arrocero de Aranda en Corrientes, que fue denunciado por su brutal desajuste de las normas legales, tal como fue advertido por ONG ambientalistas.
El Gobierno Nacional presentó una acción de amparo ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación a efectos de que la provincia, gobernada por el radical Arturo Colombi, presentara los estudios de impacto ambiental que justificaran la realización del proyecto de Aranda. Colombi tiene una estrecha relación con el directivo de Clarín y los informes que envió no contemplaron si la represa prevista sobre el arroyo Ayuí va a alterar el ecosistema del río Uruguay. Por absoluta coincidencia y sin que esto sea un complot contra Clarín, el viernes Aranda tuvo que digerir un fallo unánime de los siete ministros de la Corte en el que ordenó a la provincia entregar al Ejecutivo nacional los informes requeridos en los próximos 90 días. Además ordenó que se suspendieran las obras en ese plazo. No es conspiración contra Clarín sino que es una clara señal de que los negocios con impunidad a cambio de protección mediática ya no tienen la eficacia de otros tiempos. Y el tándem Colombi-Aranda tendrá que acatar.

Mujica y BAE. Lo del río Uruguay no es un dato menor, ya que Cristina Kirchner y el presidente uruguayo José Pepe Mujica lograron encarrilar el conflicto por la planta de Botnia ubicada del lado oriental de ese río. El Grupo Clarín en varias oportunidades contrastó el supuesto buen trato de Mujica para con los grandes medios a diferencia del “ataque a la libertad de prensa” por parte del gobierno argentino. La decisión de Mujica de aceptar una entrevista con Miradas al Sur para dar su propia versión es un indicador más de que la táctica de Clarín de manipular a protagonistas claves de la vida política y social ya no cuenta con eficacia, porque tiene como réplica la debida aclaración. Pero, más importante aún es que la verdadera libertad de prensa significa que haya un abanico amplio de medios y si un medio, cualquiera sea, tergiversa, existe la posibilidad de expresarse por otros que no manipulen. Así, los lectores, televidentes u oyentes podrán elegir y cotejar quiénes dicen verdades y quiénes incurren en mentiras.
Un caso curioso de mentiras pequeñas –pero venenosas– puede verse en la misma edición del viernes cuando titula “El Gobierno alteró cifras de la pauta publicitaria oficial”. En un gráfico (reproducido en esta edición) pone en amarillo dos papeles distintos que, supuestamente, serían la prueba de un negocio fraudulento “del empresario ultrakirchnerista Sergio Szpolski”. El blooper es magnífico: en el primer papel la razón social es Buenos Aires Económico mientras que en el segundo es BAE Negocios. Dos empresas distintas. Lástima que el redactor, el editor y el operador de Clarín no se tomaron la molestia de chequear. Ni siquiera, como este cronista, de leer y darse cuenta que son dos nombres distintos. Ni más ni menos.


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