Sumario:
I. La biología y la discriminación. II. Hay una segunda cuestión. III. Tercera cuestión. IV. La última cuestión. v. Conclusiones.
Doctrina:
Por María Luisa Pfeiffer (*)
Desde hace más de un siglo, la clave para juzgar el presente y medir las posibilidades del futuro es el imperativo tecnocientífico al que estamos sometidos. Un imperativo que no es sentido como tiránico, como amenazante, sino por el contrario como algo liberador. En efecto, la posibilidad de crear seres humanos diseñados que no vemos hoy como una fantasía sino como una realidad totalmente alcanzable, es para muchos una realidad deseable. Así como también lograr una vida sin dolor en todos los sentidos.
Son las llamadas ciencias de la vida, o mejor aún tecnologías de la vida, -bio-tecnologías- quienes llevan sobre sí la carga de intervenir directamente sobre lo viviente y por consiguiente aceptan, la mayor parte de las veces a-críticamente, la manipulación de la vida. Dentro de ellas lleva la voz cantante la genética. Frente a la avalancha de "logros genéticos" se podría calificar de ingenua y más aún de irrelevante la pregunta que se hace la ética frente a todo ese desarrollo superlativo: ¿para qué?
La biología y la discriminación
La biología, considerada la ciencia de la vida por excelencia, viene creciendo en su vocación de acelerar la transformación de las especies. Este empeño está sostenido por la idea de que la especie no es una entidad sino estadios en un camino que puede siempre ser cambiado y transformado. Esta transformación ya tiene nombre: "algeny", se lo puso Joshua Lederberg, biologista ganador del nobel y ex presidente de la Rockefeller University, y proviene de la alquimia. Los algenistas, como los alquimistas, ven en las sustancias químicas un continuum no roto, ven a las especies como una estación en una continuidad que en principio puede ser cambiada y cambiar sus propiedades. Alquimia proviene del árabe y significa perfección, los alquimistas aceleraban el proceso de perfección de los metales en su conversión al oro que era el metal perfecto.Los biólogos buscan acelerar el proceso de mejora tanto de los vegetales y los animales, como de la humanidad. Sólo los separa de los alquimistas que no saben qué buscan, más bien parecen entregarse mansamente a lo que resulte del azar de las miles de combinaciones que generan las máquinas.
Robert Sinsheimer se asombra, hace ya unos cuantos años y su asombro no ha perdido actualidad, acerca de todo lo que el hombre podrá hacer con el hombre: "El más viejo sueño de la perfección cultural del hombre fue siempre agudamente impedido por sus imperfecciones y limitaciones heredadas. El horizonte de la nueva eugenesia se halla en principio sin límites para que podamos tener el potencial de crear nuevos genes y nuevas cualidades hoy ni siquiera soñadas... Verdaderamente este concepto marca un punto de transformación en la evolución total de la vida. Por primera vez en todos los tiempos una creatura humana entiende su origen y puede hacerse responsable del diseño de su futuro. Incluso en los mitos antiguos uno estaba limitado por la esencia. El hombre no podía saltar por encima de su naturaleza para establecer su destino" (1). Hay algo de contradictorio en esta afirmación que pretende al hombre dueño y responsable de un futuro que ni siquiera puede soñar.
Hasta aquí Sinsheimer. Lo que podemos agregar es que hoy el hombre se siente capaz, gracias a la ingeniería genética, que ve a la biología como una tecnología sintetizadora de nuevas funciones y sistemas biológicos, de saltar por encima de su naturaleza -incluso niega que esta exista-, para alcanzar su destino, un destino que no tiene imagen, no tiene nombre, no tiene cualidades. ¿Cómo podrá reconocerlo para abrazarlo y no destruirlo?¿O acaso este, como todo destino, se le impondrá? Desde la aparición del ADN, se cree que la genética y la biología han pasado a ser las rectoras de la ciencia, produciéndose lo que Lacadena denomina una "biocracia a través de la biotecnología" (2) que es asociada y justificada con el argumento de la búsqueda de un hombre mejor. La manipulación de esas células para obtener utilidades: todas aquellas que la imaginación pudiera crear o incluso las que el azar permitiera aparecer, recibió el nombre de tecnologías del ADN recombinante: es lo que lleva a combinar entre sí los genes o con genes provenientes de otros seres no solo en lo que respecta a lo humano sino lo animal y vegetal. Las tecnologías del ADN recombinante parecen haber despertado la imaginación, o por lo menos la ambición. Así comenzaron a pensarse posibilidades de transgénicos, quimeras, clonación, tanto de seres completos como de órganos y tejidos. Se mejoraron y afinaron las técnicas que se usan hoy en la investigación para problemas tan diversos como la regulación genética de la morfogenia, la expresión temporal y regional de genes específicos, y el modo de comprometer a las células para formar las distintas partes del embrión con el propósito de lograr terapias moleculares. Lo que ha sucedido está claro, de la biología molecular se ha girado a la genética molecular.
Sloterdijk en su obra "Normas sobre el parque humano" hace una lectura política de este fenómeno, constata que las fantasías de selección provienen de intereses biopolíticos que han tomado el relevo de las utopías de justicia.Para este autor, estamos en marcha hacia un hombre nuevo que resolverá todos los problemas y este hombre nuevo nacerá de la biotecnología, y su instrumento preferido será la genética que permitirá cambiar el "fatalismo del nacimiento" por un "nacimiento opcional" que provendrá de una "selección prenatal". Esta selección será sin duda la de un hombre mejor, solo que Sloterdijk no nos dice sus cualidades. Asegura que solo nos queda formular un código antropotécnico, un modelo al que la técnica tendrá que atenerse. ¿Por qué temer que revivan con esto los sueños eugenésicos? ¿Acaso, dice Sloterdijk, este sueño del hombre nuevo, el hombre domesticado que ha buscado el humanismo, no ha sido el de los intelectuales de todos los tiempos? Su propuesta puede leerse como la aplicación del progresismo a la genética, el eugenismo es un concepto aceptado y aceptable, solo habría que poner límites al modelo y seleccionar seres humanos según el patrón de "sanos", "buenos", "hermosos", a lo que podríamos agregar "inteligentes", "generosos", "simpáticos", "sociables". Esto nos lleva a pensar en el ser humano como un ser de lujo, un ser lo menos limitado posible que es lo que viene proponiendo el humanismo: el mejor de los hombres. Solo que ahora cambiarán los métodos, en lugar de la educación y la lectura será la ingeniería genética la encargada de lograrlo, ya que los métodos anteriores fracasaron. Para Sloterdijk esto es lo distintivo de los tiempos actuales, lo que él llama la antropotecnia, es decir las técnicas que el hombre utiliza para hacerse (la antropogénica), tal que no puede prescindir del poder de selección.
Está claro qué es lo que hay detrás de esta lectura de la actualidad, la validación del carácter de imperativo técnico sostenido por un deseo construido sobre una conjunción de elementos ideológicos, religiosos y míticos, que puede variar según los momentos históricos siguiendo la moda.Los genes han logrado ser el lugar en que finalmente se pueden cristalizar las diferencias, en que la carne y la sangre pueden ser detenidas para siempre en cadenas que se repetirán al infinito. La vida pasa por organismos individuales.
Vemos, una vez más que la genética actual está movida por una voluntad eugenésica que encontramos a la hora de la selección de embriones, la producción de embriones, la destrucción de embriones como consecuencia de la detección de fallas, faltas, debilidades, patologías, todo lo que podemos incluir en los diagnósticos y terapias génicas. ¿Por qué hemos de rechazar los supuestos y presupuestos eugenésicos? ¿No los tenemos acaso incorporados cuando buscamos un hombre mejor? ¿De qué hablamos cuando hacemos referencia a la eugenesia, sobre todo asociada a la genética?
Hay tres ingredientes que conforman la fórmula eugenésica: 1. la aceptación como algo positivo del deseo de ser mejor, 2. la valoración negativa de la enfermedad, en el sentido que podemos pensar que tanto esta como la discapacidad por ejemplo, nos hacen peores porque nos impiden desarrollar determinadas potencias que valoramos más que otras, y 3. la aceptación y promoción de la biotecnología como el instrumento más apto para obtener mejoras en la vida del hombre. ¿Acaso estos "ingredientes" no forman parte del imaginario de nuestra cultura? ¿Acaso entre nosotros, ustedes, encontraríamos argumentos para rechazarlos? ¿Podemos negar entonces la eugenesia y todas sus consecuencias o debemos aceptar que forma parte de nuestro modo de vida? A fines del siglo XIX medidas legales y sanitarias como fomentar la higiene y la puericultura, combatir el alcoholismo, promover la medicina preventiva, desarrollar la educación pública, controlar los casamientos mediante permisos, tenían como propósito lograr hombres más sanos y más perfectos, no había en ese momento herramientas genéticas (3). ¿Acaso cambia algo que las usemos hoy?No se equivocaba Julian Huxley cuando vaticinó que la eugenesia sería "parte integrante de la religión del porvenir". No podemos negar que en el orden valorativo se halle el asociar ciertas características con perfecciones y otras con defectos, a tal punto que desde el punto de vista genético, la enfermedad puede ser planteada como un "defecto hereditario". El concepto de defecto se sigue asociando aún hoy a ciertos tipos de discapacidad que afectan sobre todo a capacidades físicas o notorias, pero también a las psíquicas y el deseo de hacerlos desaparecer sigue estando presente como motor de la medicina y la ciencia. Del deshacerse de la discapacidad, a hacerlo con el discapacitado, hay un paso y eso es lo que hay que tener bajo la lupa al momento de pensar en la aplicación de terapias génicas y sobre todo al legislar sobre ellas. Demás está decir que éticamente este tipo de concep ciones niegan el respeto básico a la libertad, la identidad, la integridad, la igualdad y la equidad. Considerar a alguien defectuoso supone necesariamente un juicio de valor negativo a priori que genera obligadamente conductas discriminatorias del mismo signo, aunque éstas se ejerzan sobre embriones, fetos o blastocitos. Podríamos asociar esta destrucción del diferente por parte de la sociedad con los mecanismos de la inmunitas (4). Tal vez sea esto lo que ha instalado en nuestra cultura un nivel de exigencia eugenésica que nos resulta difícil rechazar, ¿quién se negaría a una intervención genética para evitar una fibrosis quística o un Huntington? La pregunta ética sigue siendo la misma, ¿para qué? La respuesta de nuestra cultura es: "para evitar dolor", a los futuros nacidos, a los padres y familia, a los médicos, a toda la sociedad. Esta respuesta que damos tan fácilmente y que nos parece una obviedad, es la que tiene que ponernos en alerta.Este no es un problema de la genética sino un problema cultural de rechazo de lo doloroso, del sufrimiento, de lo que no es fácil de sobrellevar; de valoración de la respuesta fácil y rápida; de pensar la enfermedad y la muerte como los enemigos de los que tenemos que deshacernos, como si el dolor, el sufrimiento y la muerte no fueran parte de nuestra vida y no estuvieran llenos de significado para ella.
Si nos hablan de una fibrosis quística ¿quién dudaría que va a causar daño en quien la sufra y en el entorno que lo acompaña? Enfermedades como esta pueden claramente considerarse indeseables desde muchos puntos de vista, en tanto y en cuanto llevan indefectiblemente a la muerte y ninguna intervención médica puede evitarlo, en tanto son degenerativas y causan dolor y sufrimiento evidentes. Dos cosas quiero decir en relación con esto, una con riesgo de ser considerada demente, otra que parecerá más del sentido común. El dolor y el sufrimiento no siempre fueron considerados sinónimos de mal absoluto, después de Freud consideramos que amar el sufrimiento es signo de enfermedad, sin embargo, sobre todo los viejos, vemos que toda la vida está teñida de sufrimiento, que lo más importante de ella se consigue y se mantiene a fuerza de sufrir y que muchas veces el evitar el sufrimiento genera uno mayor, incluso no compensable, menos significativo, más inútil. No tener los medios actuales para evitar el sufrimiento permitía a la gente aceptarlo y, tal vez, evitar padecimientos mayores más tarde. No podemos asegurar hoy que todo lo que evita trastornos y molestias cotidianos como los productos enlatados, el freezer, el lavarropas, el teléfono celular, el microondas, el avión, las cirugías, los antibióticos, los retrovirales, la aspirina sean garantía de mayor felicidad para los hombres.De hecho una de las tres mayores causas de muerte en el mundo son los suicidios, hablamos de los que lo logran, si le sumamos los intentos que no lo consiguen es la primera (6). Traigo a colación un caso que siempre me pareció sorprendente: una pareja inglesa hizo el procedimiento de análisis de embriones en una fecundación in vitro, y el resultado fue que todos eran "defectuosos", sin embargo, no se negaron a que implantaran dos de los embriones como era el procedimiento habitual, el argumento fue que serían sus hijos fueran como fueran. Creo que tendríamos que repensar los límites de este proceso en que estamos embarcados para evitar el dolor y el sufrimiento hasta en sus más pequeñas manifestaciones, porque nos lleva a no saber enfrentar los grandes males y tormentos de tal manera que cuando aparecen preferimos matarnos a afrontarlos.
La segunda respuesta es la de la pura praxis, que pide hacer como un catálogo de las enfermedades que se deberían evitar a la hora de elegir embriones, sin mayores consideraciones acerca de las consecuencias para la moral, es decir, las relaciones humanas.
Pero aceptar esta práctica, sea del modo que sea, implica que seguimos eligiendo embriones, lo cual significa descartar a los que no son elegidos. Si bien podemos aceptar que haya que evitar la enfermedad e incluso algún tipo de dolor, la pregunta es si este argumento nos autoriza a eliminar a los enfermos, sean éstos adultos, niños o fetos.
¿Es la acción eugenésica inmoral? ¿Cuándo comienza a serlo? ¿Es negativamente discriminatoria? ¿Viola derechos? ¿Quién regulará las acciones en este caso cuando se pretenda hacer todo lo que sea posible y deseable? ¿Quién o qué detendrá las ambiciones, los deseos, la curiosidad, la perversidad, la estupidez?
Como miembros de la sociedad nos debemos las respuestas a estas preguntas.Dejar esta cuestión en manos de los médicos o los genetistas es sumamente peligroso, podríamos parangonar esta situación con la que rechazó Clemenceau cuando dijo que "No hay nada más peligroso que dejar la guerra en manos de los militares". Si las decisiones sobre la guerra deben pasar por lo político, las decisiones sobre los límites de la investigación y la ingeniería genética deben pasar por la ética, no pueden quedar en manos de un mero pragmatismo. El problema de la genética, sobre todo en relación con la embriología, es que allí se ve claramente que toda intervención médica o científica médica, afecta normalmente a más de una persona, tiene que ver con la vida social. Solemos pensar que el enfermo es un individuo separado, que puede decidir por sí mismo y que su decisión solo le afecta a él, desde una filosofía individualista que ignora que todo lo que hacemos afecta en círculos a todo lo que nos rodea, que cualquier pensamiento, acto, decisión, deseo, toca al mundo en que estamos, tenga este la cara de la naturaleza, los amigos, la familia, la sociedad, la cultura. Esta debe ser una decisión comunitaria que no puede evitar las exigencias éticas de responsabilidad por el presente y el futuro y de solidaridad con los sanos y los enfermos, no puede quedar reducida a la decisión de un individuo.
Hay una segunda cuestión que solamente mencionaré y es que el imperativo tecnológico al que nos vemos sometidos viene asociado estrechamente al imperativo mercantil. En efecto, la genética es hoy el amplio campo que ha permitido lo que podríamos denominar el mercado de la vida ya que lo que se considera origen de la vida y de sus características: el gen, tiene valor en el mercado. Esto significa que hay algo que vale más que la vida. Y no estamos hablando aquí de vida vegetal y animal, sino también y quizá mucho más de vida humana.Esto es lo que ha sucedido cuando se patentaron los genes, o más exactamente los procedimientos de su secuenciación, separación, identificación. Una quinta parte de los genes del cuerpo humano son de propiedad privada. Más de veinte patógenos humanos son de propiedad privada, incluidos la influenza hemofílica, la hepatitis C y los genes BRCA del cáncer de mama. Además, el dueño del gen puede en algunos casos ser también propietario de las mutaciones de dicho gen y esas mutaciones pueden ser indicadores relacionados con la enfermedad. Más allá de las consecuencias de este hecho para la investigación genética y los sistemas de salud, sobre todo los de signo público, esto tiene que ver con una concepción del cuerpo y por consiguiente del hombre como mercancía. Aceptar esto significa que todas las relaciones humanas entre sí y con la naturaleza serán contractuales y que ganará más el que más capital aporte al mercado. El pobre no podrá ser nunca comprador, siempre será vendedor para poder sobrevivir.
Tercera cuestión
Una propuesta técnica maravillosa como es la de las células madre ha generado muchas disputas éticas en el desarrollo de su investigación. En primer lugar voy a dejar en claro que el estado de la investigación desde que se comenzó a pensar la posibilidad de usar las células madre como regeneradoras de tejidos hasta hoy no ha tenido los resultados terapéuticos esperados. Solo podemos mencionar como probadas las terapias hematopoyéticas (para tratar enfermedades hereditarias de la sangre). Sin embargo, a pesar de todo esto, el avance en el conocimiento ha sido notable.
Las células madre embrionarias ("Embrionic stem" o "EScells") derivan de la masa celular interna del embrión en estadio de blastocisto (7-14 días), y son capaces de generar TODOS los diferentes tipos celulares del cuerpo, por ello se llaman células pluripotenciales.Esto significa que pueden dan origen a tejidos de los tres niveles de la dermis (endodermis, mesodermis y ectodermis) y por lo tanto construir células de cualquier tipo en el cuerpo: células neuronales, pigmentos, músculo cardíaco, músculo esquelético, riñón, sangre roja, músculos lisos, páncreas, tiroides, pulmón (alveolares), esperma, óvulo y se está investigando el hígado, vasos sanguíneos, endotelio, córnea y ojo. Sin embargo por ahora no se ha conseguido alentar esperanzas de su uso terapéutico ni siquiera en animales, por la posibilidad de rechazo inmune y, sobre todo, por el hecho de que inducen la formación de tumores cuando se transfieren al organismo (6).
Se sigue discutiendo acerca de experimentar con ellas a pesar de la serie de objeciones éticas provenientes del origen de esas células que son los embriones cultivados varios días hasta alcanzar la fase de blastocisto. Aparece aquí la no dilucidada y tan discutida entidad del embrión que impide aceptar sin objeciones que se usen esos blastocitos, generalmente provenientes de prácticas también cuestionadas como la fecundación in vitro. Estas objeciones condujeron a la búsqueda de fuentes alternativas para evitar destruir embriones viables, sobre todo en EE.UU.donde fue prohibido no solo su uso sino la investigación con embriones y su generación mediante transferencia nuclear, por un decreto presidencial (7). Las opciones que se siguen utilizando provienen de rescatar las células que pueblan el líquido amniótico (tienen propiedades parecidas a las embrionarias, además de ser más benéficas que estas, pues se pueden duplicar fácilmente cada treinta y seis horas en un medio de cultivo); las obtenidas del cordón umbilical semejantes a las anteriores; las provenientes de embriones no desarrollados por no haber llegado a la división celular requerida para ser implantados en protocolos de fecundación asistida y que por consiguiente son considerados muertos aunque algunas de las células permanecen viables (8); y la remoción de una de las células embrionales en un blastocisto de 9-10 células (9). La tecnología del diagnóstico genético preimplantatorio (PGD) ha mostrado que es posible sacar una o dos blastómeras del embrión de tres días y que este prosiga posteriormente su desarrollo. Este último caso ha generado preocupación en algún momento por la consecuencia posible para el futuro niño, sin embargo es un método usado habitualmente para diagnósticos genéticos de preimplante y la misma célula puede usarse para las dos cosas.
Hay otra línea de investigación con las denominadas células madre órgano-específicas, o adultas, que se obtienen de adultos y de cualquier tejido. Estas células son multipotenciales, es decir, son capaces de originar las células de un órgano concreto en el embrión, y también en el adulto. En la actualidad podemos encontrar en la literatura científica que se han aislado células madre de adulto de la piel, grasa subcutánea, músculo cardíaco y esquelético, cerebro, retina, páncreas y que se han conseguido cultivarlas (multiplicarlas) tanto in vitro (en el laboratorio), como in vivo (en un modelo animal) utilizándolas para la reparación de tejidos dañados.El ejemplo más claro de células madre órgano-específicas es el de las células de la médula ósea que son capaces de generar todos los tipos celulares de la sangre y del sistema inmune. El problema de la escasa velocidad de crecimiento de algunas de las células de adulto se ha resuelto mediante ingeniería genética. Se han hecho pruebas clínicas satisfactorias con estas células incluso en humanos.
La definición de célula órgano-específica, viene siendo modificada a raíz de estudios de último momento. En efecto, está cambiando la creencia generalizada de que las células madre órgano-específicas están limitadas a generar solo células especializadas y diferenciadas del tejido donde residen, es decir, han perdido la capacidad de dar lugar a otras estirpes celulares del cuerpo. Es decir, ya no serían multipotenciales sino pluripotenciales. Si esto es así, es decir si se continúa verificando esta hipótesis en múltiples experimentos, en el futuro se podrá decir que no existe una diferencia esencial entre la célula madre embrionaria y las de adulto y habrá acabado la necesidad de buscar células embrionarias y desaparecido la polémica.
¿De dónde proviene que no todo parezca tan sencillo como este planteo? Están en juego aquí muchos intereses, los de los estados que buscan posicionarse internacionalmente, los de la economía que busca el desarrollo, los de las empresas y comerciantes que buscan ganancias monetarias, los de los científicos e investigadores que buscan honor y fama y también mejorar su situación económica generalmente deficiente, los de los que no son científicos pero viven de las investigaciones porque aportan pacientes, por ejemplo, o tienen un cargo en la universidad o en alguna fundación o consejo de investigaciones, o diseñan protocolos científicos, o elaboran los datos, o publican los resultados, o publicitan los hallazgos. Por último, y no casualmente lo pongo en este lugar, se halla el interés de los enfermos que quieren mejorar y de los sanos que quieren evitar la enfermedad.Muchos intereses contrapuestos, difíciles de alinear en pos de un único fin, del único fin que la ciencia siempre imaginó para sí: el bienestar de la gente. Un ejemplo claro de esto lo tenemos con el fraude del investigador médico de la Universidad de Seúl, Woo-Suk Hwang y sus veintitrés colaboradores surcoreanos, y el científico de la Universidad de Pittsburg, Gerald Schatten, quienes publicaron resultados falsos de una investigación sobre transferencia nuclear, que mostraba la obtención de células embrionarias que portaban material genético incluso de varones enfermos de diabetes, daño en la médula y trastornos genéticos de la sangre, y conmocionaron a toda la comunidad científica cuando fueron obligados a desmentirla.
La última cuestión que quiero mencionar y no por ello la menos importante, es la autorización, incluso por proyectos de ley en países como España, de que los padres cuyos hijos padezcan alguna enfermedad rara podrán concebir otro hijo, seleccionado genéticamente, para intentar salvar al primero. Es lo que se llama el "bebé medicamento": se "fabrica" a un hermano para curar a otro. Es difícil dar una respuesta racional, sostenida sobre los derechos y sobre los valores frente a razones sentimentales que no pueden desconocerse, de unos padres angustiados que quieren salvar, a toda costa, a su hijo aquejado de una grave enfermedad. Porque ¿qué significa esto? que para lograr ese trasplante que supuestamente beneficiará al hijo enfermo, habrá que recurrir a la fecundación in vitro para "producir" un número determinado de embriones, pero además luego habrá que "seleccionarlos" y tirar a la basura los que no sirvan por estar enfermos.Personalmente encuentro allí una ligereza moral que me asusta que implica el uso que se hace de esa célula multiplicada cuyo estatuto ontológico aún no hemos decidido, es decir que aún está por verse, pero además me espanta el uso que se hará del futuro niño que nace como útil antes que persona, por la falta de compasión de una propuesta científica que obliga a una familia a esperar nueve meses una solución que no siempre es segura y a concebir no un hijo sino un proveedor celular, la falta de compasión por una mujer que debe someterse a una práctica que nunca es inocua ni física ni psíquicamente con poca certeza sobre los resultados. Solo una mujer sabe lo que significa someterse a ese tipo de tensiones que se multiplicarán luego por larguísimos nueve meses de embarazo. Si, como pretende el razonamiento bioético, debemos justificar el daño por los beneficios a conseguir... alguno dirá que la vida de un niño vale todo ¿vale la vida de una madre? ¿de un hermano? ¿vale poner en juego la moral de una sociedad que se va a preguntar en qué otros casos es aceptable usar como medio a las personas? ¿y a qué personas, a las que no pueden decidir simplemente por eso, porque no pueden decir nada? ¿Y cuál es la diferencia entre esta fábrica de hacer niños y un laboratorio de clonación? ¿qué impedirá que usemos a las madres, porque son laboratorios más seguros y baratos para conseguir los niños que queramos el día de mañana? ¿por qué no habrán de crearse y seleccionarse embriones por razones no médicas? No solo tengo razones éticas, también sentimentales, culturales y morales, que son las mismas que me hacen rechazar la práctica de la selección embrionaria en la fecundación in vitro y esta misma práctica.Conclusiones
La crítica mayor que ha recibido y sigue recibiendo la tecnociencia es no estar subordinada a la ética y, por consiguiente, ignorar la necesidad de formar parte de una política que la oriente a beneficiar a la comunidad (10). La transparencia no hace ética a una conducta, pero permite el juicio de la comunidad sobre ella, es por eso que toda acción que se realiza a escondidas es siempre sospechosa. Toda investigación de tipo genética y de cualquier otro tipo debe ser pública. ¿Que el público no entenderá de qué se trata? Habrá que explicarlo. Además habrá que hacerlo porque la comunidad es la que paga esas investigaciones con sus impuestos y tiene derecho a saber en qué se gasta su dinero. ¿Que se trata de experimentaciones privadas? No es argumento válido. En primer lugar porque el dinero de las empresas "privadas" también proviene de la comunidad que le compra sus productos y en segundo lugar porque lo que puede poner en riesgo la vida de las personas actuales y futuras es algo que debe ser controlado por la comunidad y por el Estado que la representa (11). El trabajo de los técnicos e investigadores en biotecnología debe ser expuesto en público para que todos sepamos qué está sucediendo en estos campos de acción como en todos los demás. Esta transparencia en las investigaciones y en las prácticas científicas no afecta solamente a la genética, sino que debería ser una exigencia de la comunidad para todos los científicos. ¿Que es muy fácil engañar a la gente? Es más fácil hacerlo cuando todo se mueve en el secreto del laboratorio y de los organismos que aprueban a puerta cerrada esas investigaciones. Eso permite aumentar la base de sustentación de la discriminación.Volvamos a la pregunta Aristotélica, ¿para qué? La decisión responsable de una sociedad tendrá que ver con el precio que esté dispuesta a pagar por lo que la tecnología le propone que es que las células pueden ser extraídas, donadas, intercambiadas y funcionar como categoría de intercambio y de relación social. Una de las cuestiones que sin duda se ven fuertemente afectadas es la función de la sexualidad en la procreación, por ejemplo. Estos procedimientos tienden a separarlos definitivamente, y van dando lugar a imaginar inéditas formas en la procreación humana que ponen en interrogación presupuestos y conceptos fundamentales de nuestra cultura sobre el origen de la vida, la transmisión de la herencia biológica y cultural, los lazos de parentesco, los conceptos de maternidad y paternidad y los procesos de subjetivación.
Sin duda que si el precio es el futuro de la humanidad o la identidad del ser humano como tal, o el sufrimiento de los más pobres y desprotegidos, ninguna sociedad estará dispuesta a pagarlo porque está en juego con ello su supervivencia y su integridad moral. Si el humano es un ser limitado, como todos los que poblamos este universo, debe aceptar que sus prácticas lo sean y una de las cuestiones urgentes que debe asumir es poner límites a la t ecnología. La genética, como vemos, nos abre a problemas de orden médico, social, histórico, filosófico, pero sobre todo es un llamado a la prudencia.
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(*) Investigadora del CONICET, maliandi@retina.ar
(1) SINSHEIMER, Robert: "The Prospect of Designed Genetic Change", Engineering and Science, april 1969, pp. 8-13. El destacado me pertenece.
(2) LACADENA CALERO, Juan Ramón: Genética y Bioética, Bilbao, Universidad Pontificia Comillas - Desclée de Brouwer, 2002.
(3) CECCHETTO, Sergio: La biología contra la democracia.Eugenesia, herencia y prejuicio en Argentina, 1880-1940, Mar del Plata, Universidad Nacional de Mar del Plata, 2008.
(4) El término, que proviene de la biología es usado por Roberto Esposito en su obra "Inmunitas" (Madrid, Amorrortu Editores, 2005) para señalar los mecanismos de que se valen las sociedades para discriminar, es decir para sacar de su seno a los indeseables bajo la excusa de considerarlos enemigos: extranjeros, negros, blancos, idiotas, locos, contrincantes ideológicos, religiosos, políticos, económicos, etc.
(5) La OPS/OMS señala que el suicidio es una de las tres principales causas de mortalidad en todos los países del mundo entre personas de 15 a 34 años de edad. Estimados de la OPS/OMS indicaban que en el año 2000 murieron por suicidio aproximadamente un millón de personas. Pero la organización también enfatiza el hecho de que ese mismo año, un número de personas entre diez y veinte veces superior intentaron cometer suicidio, representando con ello una muerte por suicidio cada cuarenta segundos y un intento de suicidio cada tres segundos en promedio, respectivamente. LatinSalud.com con datos de Organización Panamericana de la Salud, 10/9/2005.
(6) Dos avances en el conocimiento del desarrollo embrionario han puesto de manifiesto que la estrategia terapéutica de sustitución regenerativa de órganos o tejidos con células de origen embrionario no será factible. Por una parte, la construcción de un órgano o tejido es un proceso epigenético que autorregula la propia organogénesis controlando la proliferación de las células inmaduras; es decir, la organización multicelular es el resultado de un proceso activo que regula el crecimiento tisular según el patrón de la morfogénesis, en plena dependencia del entorno y, por tanto, es muy difícil de reproducir artificialmente.Más aún, un trasplante de células inmaduras a un organismo tiene, según el tejido de que se trate, una "ventana de tiempo específico" en que cede el crecimiento para poder diferenciarse in situ y en la que el control entre diferenciación y crecimiento evita que las células madre transferidas produzcan tumores.
(7) Este decreto fue derogado por el presidente Obama y en la actualidad ya se realizan experimentos con embriones.
(8) ZHANG, X., EBATA, K. T., ROBAIRE, B. y NAGANO, M. C., "Aging of male germ line stem cells in mice", Biology of Reproduction, 2006, vol. 74, 119-124.
(9) CHUNG, Y. et al: "Reprogramming of Human Somatic Cells Using Human and Animal Oocytes", Cloning and Stem Cell. 11 (2), 1/2/2009.
(10) Ver para un planteo clásico de la relación con la política a LADRIÊRE, Jean: El reto de la racionalidad, París, UNESCO, 1978. Últimamente la relación política-ciencia se ve reducida a la relación Estado-ciencia y a los factores de financiamiento de la investigación o de uso de la tecnociencia para aumentar la producción. Ver VARSAVSKY, Oscar: Ciencia, política y cientificismo, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1969; reedición, 1994.
(11) Cuando se hacen propuestas de investigación genética en semillas por ejemplo, el único riesgo que se considera es el económico. Es interesante remarcar que las investigaciones farmacológicas deben cumplir con un requisito que es la aprobación del protocolo de investigación por un comité de ética, ese requisito es ignorado por las investigaciones que se realizan en genética, tanto con semillas como con animales, cuyas consecuencias son a veces peores que las producidas por fármacos no controlados ya que estos afectan a individuos particulares mientras que los productos alimenticios producidos con semillas transgénicas por ejemplo, afectan a poblaciones enteras.
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