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martes, 17 de agosto de 2010

Los primeros pasos del CEO

En 1971, a dos años de la muerte de su fundador, Roberto Noble, se producen movimientos en la Dirección Ejecutiva de Clarín. Ingresan entonces dos jóvenes contadores, Héctor Magnetto y José Aranda. Ernestina Herrera quedó a la cabeza y en poco tiempo se notaron los cambios administrativos e ideológicos que significaban un viraje del viejo desarrollismo de Noble.
En 1972, en un clima de auge político y gremial, los trabajadores de Clarín eligieron una nueva comisión interna de 13 miembros que perduró y logró varias conquistas. Una de ellas fue una paritaria especial, en agosto de 1975, para negociar salarios y convenciones colectivas de trabajo. La fuerza sindical de los trabajadores era tal que, muchas veces, la interna fue recibida por Magnetto, que ya era gerente general, y por la viuda de Noble. La obsesión de Magnetto era que esa comisión interna estaba manejada por los Montoneros. La realidad era muy otra, sólo uno de sus integrantes era de la Juventud Trabajadora Peronista, ligada sí a Montoneros. A fines de 1975, ante la inminencia del golpe militar, la conducción empresaria de Clarín entregó los legajos de los trabajadores de militancia gremial y política al Ejército. El 2 de febrero, un mes y medio antes del golpe, fueron despedidos los 13 integrantes de la interna. La acusación fue que integraban “la guerrilla industrial”, triste término acuñado por el radical Ricardo Balbín para estigmatizar a los dirigentes sindicales y justificar despidos y asesinatos.
Durante toda la dictadura militar, Magnetto fue consolidando su poder interno hasta ser el artífice, en los noventa, de Clarín como holding empresarial. De allí que el título que eligió fue el de Chief Executive Officer (CEO). En la mitología griega, Ceo era el titán de la inteligencia. En la concepción empresarial, los CEO creyeron que era el momento de concentrar el poder y se deslumbraron leyendo a Tsun Tse, el estratega militar chino del siglo VI a.C..


Por Eduardo Anguita

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